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El que tiene un porqué encuentra el cómo.

martes, 27 de septiembre de 2016

Piel y alma... carne.

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Reseña de La carne de Rosa Montero

Editorial: Alfaguara

Una elegante noche de ópera, una pareja atractiva y muy llamativa: ella madura y sofisticada, él joven y guapo como Adonis en sus mejores días. Cariñosos y cómplices. Todo de lo más natural y fortuito si no fuese porque él es un gigoló contratado para dar celos al examente de ella, que de manera "casual" se encuentra en el mismo sitio con su esposa embarazada. Allá donde podemos leer un acto pueril y desesperado se encierran más emociones de las aparentes, pero esto se irá descubriendo con el paso de páginas y acontecimientos. Un suceso violento a la salida de la ópera será el punto de inflexión para que la relación de negocios mute hacia otro tipo de entendimiento tan comercial como emocional. Soledad es ella. Adam, él. Se abren hacia una relación extraña y dependiente, de empoderamiento invertido al margen de las apariencias. Soledad es comisaria de exposiciones, está encargada de una exposición literaria en la Biblioteca Nacional sobre "escritores malditos" y la vida de éstos se entremezcla con la narración de la novela y la propia historia de Soledad y el gigoló. Esto es la guinda de La carne, el punto diferente, descubrir estas vidas intrigantes y reales y el peso de la literatura en el propio destino.
Rosa Montero consigue que lea de dos sentadas su última novela. Creo que el truco está en la sinceridad. Es una narración libre, una historia íntima y sin miedos al qué dirán. Muy personal, tanto que parece que estamos invadiendo demasiado el espacio de alguien, que descubrimos sus fantasmas más escondidos. La madurez y sus intrígulis, los límites establecidos versus los reales. Dicotomías vitales llevadas a la reflexión más introspectiva. La muerte y el concepto de fracaso personal son otros de los temas transversales que la novela aborda, pero por encima de todo ello, impregnando cada espacio y cada gesto siempre está La carne, por fin con la importancia que le corresponde. No hay que temer a parecer superficiales, las cosas son como son y lo seguirán siendo, la carne tiene el poder y lo utiliza como quiere. En la vida de Soledad y Adam tenemos un buen ejemplo sin tapujos, no vale la mirada de censura, sólo dejarnos llevar.

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